Lamine Yamal repasa su golazo ante Francia: “La he cogido y no lo he pensado”

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Lamine Yamal repasa su golazo ante Francia: “La he cogido y no lo he pensado”

La jovencísima estrella española anotó el gol del empate, crucial para el eventual pase a la final de la Eurocopa.

Lamine Yamal en el partido contra Francia

Lamine Yamal en el partido contra Francia

La selección española de fútbol logró el pase a la final de la Eurocopa tras un tenso partido contra Francia que arrancó con el combinado francés por delante en el marcador desde el minuto 8′ gracias a Kylian Mbappé y Randal Kolo Muani.

La Roja supo reponerse durante la primera parte, remontando el encuentro con un gol de Dani Olmo en el 25′, tan solo cuatro minutos después de un golazo espectacular de Lamine Yamal, que puso el empate en el electrónico en un momento crucial.

El tanto tuvo un especial sabor a venganza, dado que fue Adrien Rabiot quien intentó, sin éxito, evitar el disparo.

El centrocampista francés había calentado el partido con sus declaraciones sobre el extremo del Barça: “Si Yamal quiere jugar una final tiene que demostrar más cosas de las que ha hecho”.

El adolescente aseguró estar “muy feliz por el pase a la final” con la mira puesta en “llevarse el título”.

Sobre el tempranero gol de la selección francesa, expresó: “Estábamos en momentos difíciles porque nadie se esperaba su gol tan pronto”, repasando su gol con total naturalidad: “La he cogido y no lo he pensado”.

“Intento no pensar mucho, ayudar al equipo”, compartió Lamine tras el encuentro, compartiendo que la meta era clara: “Sobre todo ganar, ganar, ganar, ese era mi objetivo”.

Patria diversa

Nico Williams y Lamine Yamal forman un tándem perfecto y se han ganado la adoración de todos.

Nico Williams y Lamine Yamal celebran uno de los goles ante Georgia.

Los padres de Nicolás Williams Arthuer proceden de Ghana. A principios de este siglo cruzaron como pudieron el desierto del Sahara. Llegaron a la valla de Melilla y lograron saltarla, lo cual les llevó a la cárcel. Allí, un abogado de Cáritas les dijo que su única salida era fingir que procedían de un país en guerra. Lo hicieron: destruyeron su documentación ghanesa, dijeron que huían de Liberia y así lograron quedarse en España. El 12 de julio de 2002 (va a hacer 22 años) nació en Pamplona Nicolás, a quien todos conocemos hoy como Nico Williams: una de las más brillantes estrellas de la selección española de fútbol. Navarro. Y español por los cuatro costados. Y un poco ghanés también, por qué no.

Cinco años y un día después que Nico nació, en Esplugues de Llobregat, un crío que se llama Lamine Yamal Nasraoui Ebana. Sus padres proceden de Marruecos (él) y de Guinea Ecuatorial (ella). Lamine, que está a punto de cumplir 17 años, es otra de las grandes figuras de la selección española de fútbol. Este niño prodigio con corrector dental es español. Catalán. Marroquí, ecuatoguineano, lo que ustedes quieran. Y culé.

Los dos críos –porque eso es lo que son– forman un tándem perfecto en el equipo nacional y se han ganado la adoración de millones de españoles, tan españoles como ellos, que les ven jugar.

Sin embargo, a pesar de la evolución de la especie humana, aún quedan en la Península Ibérica algunos ejemplares de australopitecos (teóricamente extinguidos hace dos millones de años) que solo guardan dos semejanzas con el homo sapiens: se desplazan sobre dos pies y tienen cuenta en Twitter. Son estos homínidos poco evolucionados, que disponen de un cerebro mucho menor que el nuestro, los que escriben en esa red cosas como “Vete a tu país, negro” y “La camiseta de la selección solo deberían vestirla los españoles”, como si Nico y Lamine fuesen de otro sitio. No lo son. Son españoles.

No hay que preocuparse mucho. Son excepciones. Incluso los propios tuiteros, tan habituados al estiércol escrito, ridiculizan –por cientos– a estos esgarramantas que siguen creyendo que la patria se identifica por el color de la piel, por la religión, por el idioma o por la superioridad frente a los enemigos. Son, ya lo he dicho, residuos de otra época.

No hace aún un siglo, Adolf Hitler se negó a estrechar la mano del atleta Jesse Owens, que había ganado cuatro medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936. ¿La razón? Que Owens era negro. Eso es cierto, pero Hitler tenía un problema muchísimo mayor: que era Adolf Hitler. Y que tenía de la patria un concepto tan ridículo y tan venenoso como el que, todavía hoy, tienen estos pobres bobos que dicen que Nico y Lamine no son españoles.

Por cierto: feliz cumpleaños, chicos. Os queremos. Sois un orgullo para todos.

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